El tarot gitano es una práctica antiquísima, con más de cinco mil años de
historia. Su origen puede ser situado en la civilización egipcia, en la
época en que bajo el reinado de Menes, en el año 3050 antes de Cristo.
Cuando muchas civilizaciones estaban luchando para mantenerse en un nivel
básico de tecnología, los egipcios ya contaban con una civilización
desarrollada, con avances técnicos importantes y herramientas que les
permitían trabajar los metales y la piedra.
También los egipcios habían desarrollado una religión que les permitía tener
una cosmovisión particular del universo, y de las causas últimas de los
eventos, con sus dioses mitad humanos, mitad animales, y su interpretación
de cómo sería la vida más allá.
Los egipcios habían desarrollado un completo mazo de tarot, con setenta y
seis cartas, que cubrían un amplio rango de situaciones y personajes.
Por
muchos siglos, el tarot como práctica adivinatoria solo había quedado
circunscripto a Medio Oriente y norte de África. Lo que faltaba para que se
hiciera una práctica verdaderamente universal era la aparición de una etnia
de profundas raíces nómadas, que la llevó a todos los confines del mundo:
los gitanos. Este pueblo, cuyo origen se pierde entre la India y Europa
Oriental, se apropió inmediatamente de la cultura del tarot, y a partir de
ese momento, se pasó a denominar al tarot, tarot gitano. La versión del
tarot gitano era un algo distinta que la de los egipcios, aunque sus raíces
son las mismas. La baraja del tarot gitano consta de 22 arcanos mayores,
cuyos arquetipos están basados en el tarot egipcio, y una serie de 56
arcanos menores, cada uno de ellos con importante carga de significación.
Entonces, todo empieza a tomar sentido, el tarot egipcio tiene 78 cartas, y
el tarot gitano también, solo que repartidos en dos grupos, pero la
significación general sigue siendo la misma.
El tarot gitano así comenzó su migración por